UNA CARTA A MI PATROCINADOR

Espero que tú y toda tu familia estén bien. Yo estoy muy bien.
Han pasado seis meses desde que comenzó la cuarentena. No he ido a la escuela desde marzo, sin embargo, estoy tomando clases virtuales. Todas las semanas, mi madre va a la escuela a recoger las guías de estudio para poder hacer mi tarea y los cursos en casa.
Estudiar en casa no ha sido fácil. Hay muchas cosas que aún no entiendo sobre matemáticas y ciencias, por eso llamo a mi maestra todos los días para que me explique con más claridad y así poder hacer mis deberes. A veces la señal del teléfono no es buena, y la velocidad del internet es muy lenta; siento que es un desafío para mí continuar estudiando y aprendiendo, pero estoy segura de que Dios pronto permitirá que regrese a mi escuela.
Cuando sea mayor, quiero ser doctora para curar y cuidar a las personas que estén enfermas. Por eso me esfuerzo mucho estudiando y aprendiendo. Muchas veces la gente me dice que ser doctora es un camino difícil de recorrer, pero no tengo miedo. Me gusta cuidar a mi hermana y asegurarme que ella está bien. Cuando le doy su medicina, me siento como una doctora de verdad que cuida a sus pacientes.
En casa vivo con mi abuela, que está muy enferma, mi madre y mi hermana. Mi madre todo el día cuida de nosotras, por eso también la ayudo con las tareas del hogar: lavo los platos, barro el piso y siempre limpio la mesa después de comer.
Desafortunadamente, mi padre no ha podido encontrar trabajo desde que comenzó la pandemia, ya que aquí muchas personas perdieron sus trabajos. Pasamos algunos días sin comer porque mi padre volvía a casa todas las tardes sin dinero. Estaba preocupado y triste, pero el director de mi centro de Compassion nos trae víveres y comida cada semana, y gracias a Dios, ahora tenemos comida en casa.
Aunque mi padre aún no encuentra trabajo, siempre encuentra la forma de llevar comida a la casa. Se levanta muy temprano y se va a la ciudad a comprar diferentes tipos de zapatos para vender en las calles de mi pueblo. Él camina por todos lados, y así consigue ganar un poco de dinero para que nosotras tengamos cuadernos, zapatos, y comida. Sé que él se esfuerza mucho, y hay veces que me pone triste verlo caminar tan lejos por las calles llenas de tierra y polvo bajo el sol que quema, pero estoy segura de que Dios siempre lo cuida y pronto le dará un buen trabajo.
Sin duda, lo que más extraño es ir a la iglesia y al centro de Compassion para poder jugar con mis amigos y aprender de Dios con las historias de la Biblia que el tutor nos contaba. Aunque aún no puedo ir a la iglesia, mi tutor me llama todas las semanas, y tenemos una clase de la Biblia por teléfono o videollamadas.
Le rezo a Dios todos los días para poder regresar a la iglesia, jugar nuevamente y seguir aprendiendo. La semana pasada mi tutor me habló sobre Job, quien, a pesar de perderlo todo, nunca dejó de amar a Dios, ahí es cuando entendí que Jesús siempre está con mi familia y también con la tuya.
Finalmente, quiero que sepas que oro por ti todos los días, y sé que tú también oras por mi familia y por mí. Gracias por todo tu amor y cariño. Sé que pronto esta pandemia terminará y todo volverá a la normalidad; yo regresaré a la escuela para cumplir mis sueños, regresaré a la iglesia y aprenderé más de Jesús, mi padre conseguirá un buen trabajo, y yo te escribiré más cartas y me mantendré en contacto contigo.
Dios te bendiga.
Con amor, Thiana
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