CONVERTIRME EN PATROCINADORA ME DIO UN CORAZÓN PARA LOS NIÑOS
Esta es una historia sobre Dios cambiando el corazón de los niños y de los patrocinadores por igual, es la historia de Katie, quién hoy es patrocinadora y corresponsal de más de 60 niños beneficiarios de Compassion.
Cuando sentí el llamado del Espíritu Santo para apadrinar a un niño a través de Compassion hace casi dos años, algo me detuvo; quizá no fue el momento oportuno, las finanzas o talvez sentí la necesidad de investigar más. Al final creo que fue el miedo de no saber cómo interactuar bien con un niño, y mucho menos con un niño al otro lado del mundo. Y aunque estaba ansiosa por intercambiar palabras de amor y aliento con alguien que vivía en la pobreza, nunca había tenido una relación cercana con niños.
La mayoría de los patrocinadores de Compassion que he conocido sienten un amor particular por los niños, trabajan con niños o tienen hijos propios. Pero para una joven profesional soltera, sin hijos, ni sobrinos, era difícil pensar en cómo interactuar con uno; y aunque he tenido experiencia como niñera, realmente nunca he tenido una interacción constante y personal con ellos.
Entonces, cuando hice clic en el botón para apadrinar a mis dos primeros hijos a través de Compassion, Claudia y Hilary, me pregunté: ¿Cómo me relacionaré con ellos? ¿Qué tipo de historias y cartas les interesarían? ¿Qué necesitan escuchar? Y ore para que Dios me diera las respuestas y un corazón para mis niñas.
De repente, tuve hijos en mi vida.
Durante el último año y medio, Dios ha respondido mis oraciones más allá de mis expectativas. Ahora apadrino a más niños y les escribo a muchos más a través del programa de corresponsales de Compassion. Me he dado cuenta de que no es necesario tener hijos propios, trabajar en el cuidado de niños o incluso conocerlos en persona para amarlos y bendecirlos. Aunque todavía estoy lejos de ser experta, a través de las cartas que he intercambiado, he podido comprender a nivel personal por qué los niños son tan especiales. No solo me muestran amor incondicional, sino que me han enseñado repetidamente a ver las cosas de una manera diferente.
Los niños son increíblemente sencillos.
La primera carta que me envió Hilary, incluía una sincera petición de oración por una situación profundamente dolorosa en su familia; y si bien hubiera esperado para compartir algo tan personal con alguien que nunca había conocido, ella fue abierta de una manera que me hizo sentir instantáneamente cercana a su dolor.
A menudo, es fácil conectar con los niños porque no retienen nada; nos dicen lo que necesitan, comparten sus esperanzas, sus sueños y nos dan sus opiniones francas. Algunos de los niños con los que mantengo correspondencia han tardado más en abrirse o escriben de manera más formal debido a diferencias culturales, pero la mayoría está dispuesta a compartir sus vidas conmigo de inmediato, y me han desafiado a ser más directa en mis propias interacciones: a pedir oración más rápidamente, a confiar sin miedo y a expresarme con mayor claridad y honestidad.
Los niños comprenden más de lo que creemos.
Las cartas recientes de niños durante la pandemia me han demostrado que los niños ven y sienten el estrés y el sufrimiento en el mundo, pero al mismo tiempo, comprenden que Dios tiene el control. Varios niños me han dicho que están tristes porque no están en la escuela, y un niño expresó su profunda decepción por no poder graduarse de la escuela primaria, pero me hace feliz saber que todos pidieron oración por la erradicación de COVID-19, mostrando su entendimiento en que Dios tiene la máxima autoridad y tiene el mundo en sus manos.
Los niños, especialmente los que viven en la pobreza, sienten profundamente que la vida está llena de sufrimiento y decepción, pero su confianza en el poder y la soberanía de Dios me inspira a confiar en él más profundamente.
Hace dos años, no sabía nada sobre la vinculación con los niños, pero resultó que no tenía que saber cómo, la cercanía sucedió de forma natural, a través de historias compartidas, preguntas y respuestas ansiosas por medio de la oración.
Amo a cada uno de mis hijos de Compassion y agradezco a Dios todos los días por lo que me ha enseñado a través de ellos. Son los únicos niños en mi vida y sus vidas me han dado un corazón para los niños de todo el mundo.
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