EL REGALO DE UN HOGAR
Blanca estaba abrumada y emocionada al escuchar la noticia: ¡los patrocinadores de Sharlo venían de visita! «No podía creerlo,» recuerda, sacudiendo la cabeza.
Sin embargo, su emoción rápidamente se transformó en preocupación. Mirando a su alrededor, su corazón se hundió. «Estaba encantada, pero también avergonzada de recibir a los patrocinadores de Sharlo en mi casa,» recuerda Blanca. «Se estaba cayendo a pedazos, estaba expuesta al clima y tenía un gran agujero en su piso de barro.»
Blanca vivía en la pequeña casa con sus dos nietos, Sharlo y Mathius. Cuando Sharlo y Mathius perdieron a su padre debido a una enfermedad desconocida, su madre se mudó a una ciudad cercana para buscar trabajo.
“Cuando mi hija tuvo que viajar para buscar trabajo, le dije ‘que Dios te cuide’ y oré por ella,” recuerda Blanca, con lágrimas en los ojos. «Me sentía sola y angustiada por mis nietos. No sabía cómo iba a darles educación y comida.» El hijo de Blanca, Edison, se mudó para ayudarla a cuidar a los niños.
«Aquí todos somos una familia y nos cuidamos unos a otros,» dice Edison, quien se formó como albañil, luchó por encontrar trabajo, pero no pudo proporcionar la ayuda financiera que esperaba darle a su madre.
Blanca encontró refugio en la iglesia local, pues ahí la invitaron registrar a Sharlo en el Programa Survival. El director del centro de Compassion traía alimentos y suministros a la casa de Blanca todas las semanas, asegurándose de que los niños estuvieran bien alimentados. Incluso los miembros de la iglesia intervinieron, donaron dinero y oraron por Blanca y los niños. Pero mientras se cubrían sus necesidades básicas, su mayor necesidad permanecía: su hogar se estaba volviendo inhabitable.
Cuando finalmente llegó el día de la visita de los patrocinadores de Sharlo, Blanca los esperó con entusiasmo. El momento en que llegaron se llenó de alegría, risas, abrazos y lágrimas.
Los patrocinadores de Sharlo se sintieron conmovidos por la valentía de Blanca al cuidar a sus nietos en circunstancias tan desesperadas. Pidieron contribuir a la reconstrucción de su hogar, para que puedan tener: seguridad, privacidad y dignidad. Blanca y Edison se sintieron agradecidos y llenos de gratitud con Dios. «Rezaba constantemente y pedía a Dios un milagro en nuestras vidas,» dice Blanca, atónita por la respuesta a sus oraciones. «Le pedí que me diera la fuerza para poder hacer avanzar a mis dos nietos para que pudieran tener una vida mejor.»
Gracias a la donación económica, la casa se reconstruyó por completo; las paredes de bambú fueron reemplazadas por paredes de concreto, el piso de tierra con piso de cemento y el techo completamente reparado. A Edison se le asignó el trabajo de construcción y albañilería, lo que le dio el empleo que tanto necesitaba.
Hoy Sharlo y Mathius están prosperando en su nuevo hogar. Ya no están expuestos a la intemperie y están seguros, con una cerradura en la puerta y paredes sólidas, donde son libres de jugar con seguridad juntos en su hogar. «No somos solo hermanos, somos mejores amigos», dice Mathius, sonriendo a Sharlo.» Es mi hermano y me cuida,» añade Sharlo con una sonrisa.
“Estoy completamente feliz. Gracias a Dios, mis nietos tienen un lugar seguro donde vivir. Ya no me siento sola, ahora sé que Jesús está conmigo todos los días,” Dice Blanca con alivio.
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