AMOR DE UNA MADRE

Mar 3, 2021

Una abuela sacrifica todo para ayudar a su nieto enfermo. “Por mi hijo soy capaz de todo, no me importa trabajar todo el día o terminar exhausta, siempre voy a hacer todo para que mi niño esté feliz y saludable”, dice Rosa.

Por un camino de tierra con una mochila pesada y sandalias viejas, Rosa, de 67 años, sale de la fábrica artesanal de chifles donde trabaja de 1 a 9 pm, cinco días a la semana. Rara vez descansa hasta que llega a su casa donde la espera su nieto Jesús, de 9 años, beneficiario de Compassion Ecuador.

Rosa adoptó a Jesús cuando apenas tenía dos meses, después de que su padre muriera y su madre lo abandonara para irse con otro hombre. A pesar de ser viuda y estar sola, decidió criar a Jesús y cuidarlo como a su hijo; Jesús ahora la ve como su madre.

«Cuando su madre (mi hija) lo abandonó, fui a verlo. Era muy pequeño, muy frágil; estaba tan delgado que hasta tuve miedo de levantarlo», comenta Rosa. Sin dinero ni casa donde vivir, se hizo cargo de su nieto, protegiéndolo, alimentándolo y llevándolo a trabajar con ella, ya que nadie podía cuidar de él. «Yo estaba aterrorizada, él comía muy poco y cada día se ponía más delgado. Tuve que llevarlo al médico», dice.

Después de muchas pruebas médicas y viajes de dos horas en bus al hospital infantil en Guayaquil, los médicos descubrieron una anomalía cardíaca grave en el corazón de Jesús. Con su nieto enfermo y cansado, Rosa siguió trabajando duro para mantenerlo, pues la medicina que necesitaban era costosa y gastó prácticamente todo el dinero que ganó, en el tratamiento de su pequeño.

“En esos momentos, solo Dios me dio la fuerza para seguir adelante. No me importaba vender todo, perderlo todo; solo quería que mi niño viviera. Jesús es mi bendición, es el mayor regalo que Dios me ha dado. Yo siempre lo cuidaré”, dice Rosa con lágrimas en los ojos.

Una mujer que luchó sola y sin esperanzas hasta que su niño tuvo 5 años. Luego, un pastor la visitó y la invitó a la iglesia en donde los miembros del templo solían frecuentarla para animarla y leer la Palabra de Dios. Después de ver su situación, inscribieron a Jesús en el programa de patrocinio.

Ahora, ellos no están solos. Todos los chequeos médicos, medicinas, tratamientos y alimentos para la dieta especial de Jesús, están cubiertos por los fondos de Compassion.

A pesar de su problema cardíaco, es un niño feliz y le encanta jugar y asistir a la escuela dominical. Puede cansarse rápidamente y tener problemas para respirar, pero nada le impide jugar con sus amigos. «Me gusta jugar al fútbol. No puedo jugar mucho porque me canso y no puedo respirar bien. A veces mi madre se enoja cuando me esfuerzo mucho», menciona Jesús.

Al ver la ayuda que Jesús recibió, Rosa creyó en Dios y ahora es una miembro fiel de la iglesia. Ella está constantemente atenta a su hijo, durmiendo junto a él para escucharlo respirar. Si no lo escucha, lo despierta para asegurarse de que esté respirando. «A veces mi mamá me despierta gritando y me enojo porque no me gusta que me despierten», dice Jesús mientras se ríe. «A veces sueño que estoy en el ejército y estoy defendiendo a la gente”.

Gracias a tener acceso regular a su medicación y alimentación sana, Jesús se encuentra estable e incluso ha mostrado cierta mejoría. Con cada cita con el cardiólogo pediátrico, ella espera escuchar buenas noticias. Si bien los médicos ven una mejoría en su corazón, advierten a Rosa que el pequeño necesita medicinas y chequeos regulares ya que la cirugía no es una opción en Ecuador.

«Mi temor no es que Jesús no esté un día a mi lado; es joven y fuerte. Temo que un día yo no esté allí para cuidarlo. Soy vieja, y solo le pido a Dios que me dé más años de vida para cuidar a mi Jesús «, dice Rosa.

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