CUMPLIENDO SUEÑOS

Ago 2, 2021

Cuando el sol comienza a salir, la neblina cubre los picos de las montañas y el viento frío sopla por todos los rincones de Cangahua, una comunidad ubicada al norte de la Cordillera de los Andes conocida por su producción láctea. Aquí, Wilmer y Cesar, dos jóvenes amigos visionarios de 20 años que pertenecen al programa de Compassion Ecuador desde los 5, decidieron dar un gran paso en sus vidas al iniciar un microproyecto de yogur y producción de queso. «Desde muy joven, la iglesia me inculcó la idea de ser alguien productivo. El pastor me dijo que debía seguir mis sueños», dice César, mirando las montañas.
Este sueño comenzó cuando Wilmer y Cesar veían que toda la leche que sus padres y vecinos producían en la comunidad se destinaba a grandes empresas que pagaban muy poco a los agricultores. En ese momento los jóvenes se dieron cuenta de que podían producir sus propios productos lácteos, sin necesidad de vender toda la leche a las grandes fábricas.
Con el capital inicial donado por Compassion, los jóvenes comenzaron su empresa. La iglesia local les dio una sala grande para que pudieran comenzar la producción. «Estamos agradecidos con la iglesia. Desde que era pequeño, la iglesia ha sido mi segundo hogar y hoy siento su amor por mí», dice Wilmer.
El anhelo de estos jóvenes es ayudar a toda su comunidad y poder generar trabajo para otros jóvenes que no tienen suficientes oportunidades para salir adelante.
Hace seis meses, Wilmer y Cesar postularon a un concurso de emprendimiento creado por una organización sin fines de lucro que promueve microempresas en todo el país. Muchos jóvenes de diferentes ciudades presentaron sus proyectos y productos; sin embargo, después de una larga espera, los jóvenes ganaron el concurso de emprendimiento. Actualmente están a la espera del premio para empezar con la fábrica de lácteos.
Estos jóvenes han recibido el apoyo de toda su comunidad y han inspirado a otros a seguirlos, incluidos Wilson y Noe, dos pastores que admiran su trabajo.
Actualmente elaboran algunos productos distribuidos dentro de su comunidad. Aun así, esperan que, con el premio ganado, puedan difundir su producto en las grandes ciudades. Están rompiendo barreras, físicas y mentales, y se han convertido en un ejemplo para muchos niños y jóvenes de la comunidad. Sin embargo, los jóvenes visionarios tienen un gran camino y un gran desafío por superar, pero estamos seguros de que llegarán lejos con la bendición de Dios.
«Estoy agradecido con Dios y con la iglesia. Si no tuviera a Dios en mi vida, no sé dónde estaría ahora», dice César con lágrimas en los ojos.

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