UN REGALO OPORTUNO

Aylin, de seis años, beneficiaria de Compassion Ecuador, vive al norte de la Cordillera de los Andes en una comunidad agrícola y artesanal, que es conocida por sus artesanías, mantas de lana de alpaca y chales que se venden en una ciudad cercana. Sin embargo, la mayoría de las familias de esta zona perdieron sus trabajos e ingresos durante la pandemia de COVID-19.
Afortunadamente, la iglesia socia de Compassion apoyó a esta comunidad durante la crisis. “En este lugar hay gente muy trabajadora y valiente. Pero gracias a la ayuda de Compassion, muchas familias han sobrevivido a la pandemia sin sus ingresos regulares”, explica Elsa, directora del centro.
La familia de Aylin pasó por un momento difícil en el confinamiento del año pasado. Sus padres, Luis y María, eran expertos en hacer “alpargatas” que son sandalias o zapatos tradicionales de los indígenas de las montañas ecuatorianas. Cuando comenzó la cuarentena, dejaron de fabricarlas porque no había nadie que las comprara. “De la noche a la mañana, nos quedamos sin dinero. No teníamos para comprar comida o víveres. Teníamos miedo”, recuerda Luis.
Aunque fueron meses críticos para esta familia, lograron ver una luz de esperanza al final del túnel gracias a Dios, a Compassion International y a los patrocinadores. Una mañana, recibieron una gran noticia, el padrino de la pequeña les había enviado un obsequio económico a través de Compassion. «Estábamos asombrados y felices. No podíamos creer que esta ayuda viniera del cielo en el momento exacto. Solo quería abrazar a los patrocinadores de mi hija”, dice Luis emocionado.
Con la ayuda económica recibida, compraron varios animales de granja para criar y poner en marcha su pequeña empresa familiar. La ayuda fue suficiente para comprar dos terneros, cinco cerdos, veinte cuyes, diez gallinas y algunos pollitos. La familia no planea utilizar los animales para su consumo, están criándolos para venderlos. Hasta el momento, han reproducido y vendido muchos de ellos, lo que ha generado ingresos suficientes para comprar alimentos y ropa.
Toda la familia está encantada y agradecida de que los patrocinadores, aun estando del otro lado del mundo, sin conocerlos en persona, hayan sentido compasión por ellos.
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