CAMINOS DE ESPERANZA

Una crisis que obliga a abandonar el hogar
Al igual que millones de venezolanos, Neicy fue víctima de la crisis humanitaria en Venezuela. Mientras la economía se desmoronaba y grupos armados llenaban el vacío de poder, “los allanamientos y las amenazas eran parte de cada día”, recuerda. Hoy, más de 500 000 migrantes venezolanos viven en Ecuador, muchos sin documentos ni ingresos estables, y sus historias revelan tanto dolor como resiliencia.
La travesía de Neicy y Fernando
Con apenas una mochila y la mano de su hijo Fernando aferrada a la suya, Neicy emprendió un viaje a pie y en bus que cruzó la cordillera colombiana. “Caminamos durante horas, algunos días. No teníamos mucho para comer. A veces, Fernando lloraba de hambre y yo solo podía darle agua y oraciones”. Entre tormentas y noches heladas durmieron en bancas de estaciones, vendiendo dulces y ropa usada para comprar un pedazo de pan.
Portoviejo: promesa y quebranto
Al llegar a Portoviejo, la familia se reunió al fin con el esposo de Neicy; sin embargo, aquella esperanza se deshizo meses después. “Nos dejó sin nada. Tenía dos hijos y no tenía a quién recurrir”, confiesa. Con una olla y algunos ingredientes, abrió un puesto callejero de empanadas venezolanas, friendo bajo el sol abrasador para sostener a sus pequeños.
Un encuentro que lo cambió todo
Un día, un pastor y su esposa se acercaron a su puesto. “Dijeron: ‘Ven a nuestra iglesia. No estás sola’”, cuenta Neicy. Allí encontró la paz que no sentía hacía años y fue invitada a servir como voluntaria en el centro de desarrollo infantil de Compassion International. “Ayudar a otros niños sanó algo en mí. Sentí que volvía a tener una familia”, afirma con gratitud.
La barrera invisible de los documentos
Cuando huyó de Venezuela, Neicy dejó atrás certificados y pasaportes. Sin la partida de nacimiento de Fernando, la escuela y los programas sociales eran inaccesibles. Aun así, la iglesia se aseguró de que recibiera el mismo cuidado que cualquier niño inscrito. “Ahora veo a mi hijo sonreír. Come todos los días, canta en la iglesia y sabe que es amado”, dice.
Cocinando dignidad y compartiendo esperanza
Gracias al apoyo comunitario, Neicy mantiene a su familia con dignidad y dirige un taller de cocina para adolescentes y otras mujeres migrantes. “Compartir recetas y consejos es mi forma de decirles que no se rindan”, explica. Su historia refleja el poder del apoyo a familias refugiadas y demuestra que, incluso sin papeles, la esperanza puede florecer.
Cómo trabaja Compassion Ecuador
Compassion Ecuador colabora con iglesias locales para ofrecer desarrollo integral a la niñez que vive en pobreza y movilidad humana. Los centros brindan alimentación complementaria, refuerzo escolar, orientación psicoespiritual y acompañamiento familiar. Al fortalecer a niñas y niños —independientemente de su estatus migratorio— la organización siembra oportunidades reales de futuro y forma comunidades más solidarias y resilientes.
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