CUANDO LOS SUEÑOS SE HACEN REALIDAD

¡Cuando era pequeña siempre me preguntaba si los sueños se hacían realidad!
Desde muy joven me gustaba pensar e imaginar mi futuro. Me visualicé como una mujer de negocios, dueña de una tienda, y en mi corazón sabía que podía lograrlo.
A medida que crecía, me di cuenta de que mis sueños parecían cada vez más lejanos y difíciles de alcanzar. Muchas veces me sentí decepcionada y sin esperanza. Crecí en un hogar con recursos limitados, sin embargo, mis padres hicieron un gran esfuerzo por educarme. Nunca me faltó su amor, y fueron ellos quienes me enseñaron a valorar lo que Dios nos dio.
“Todo lo puedo en Cristo”
Crecer en la iglesia fue una gran bendición para mí. Ahí aprendí cosas nuevas y recuerdo claramente que el tutor me decía que Dios nunca nos abandona, lo que me motivó a confiar aún más en el Señor y a creer en sus promesas.
Aunque las circunstancias que me rodeaban me hacían pensar que no lograría nada, la Palabra de Dios me decía que podía lograr todo lo que me propusiera. Mi versículo favorito siempre fue Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Le pedí a Dios que me guíe.
Cuando terminé la escuela secundaria, me sentí decidida. Estaba lista para la universidad y para enfrentar todos los desafíos que vendrían. También fue un momento difícil tener que elegir la carrera y el camino correcto a seguir.
Decidí estudiar economía en la universidad a pesar de que siempre me gustó la belleza y el maquillaje. En mi corazón sentí que debía aprender algo relacionado con el maquillaje pese a no tener los recursos necesarios para estudiar dos carreras.
Mientras estaba en ese estado de confusión y miedo, me arrodillé y comencé a orar. Le pedí a Dios que me guiará y ayudará a tomar la decisión correcta para poder hacer lo que me hacía feliz y así poder servir al Señor de la mejor manera.
Un día después de haber estado orando por varios minutos en la iglesia, anunciaron un taller para jóvenes emprendedores que querían iniciar nuevas microempresas. Inmediatamente sentí en mi corazón que este taller era para mí.
Me encanta el proyecto para jóvenes emprendedores.
El centro de la iglesia en mi comunidad, llamado “Centro Santa Rosa”, comenzó un nuevo proyecto para ayudar a los jóvenes que quieren iniciar un negocio.
El proyecto se denomina “Socios” y en estos talleres enseñan sobre gestión financiera, marketing, desarrollo empresarial y fundamentos de economía. El objetivo es ayudar a jóvenes como yo a construir bases sólidas y crear nuestros negocios de manera estratégica y con la ayuda de la iglesia.
Nos reunimos todas las semanas y los talleres tienen una duración de tres meses. Los profesionales vienen a la iglesia para enseñarnos cómo llevar a cabo nuestros proyectos de trabajo.
Con la ayuda de Compassion International, más de 30 emprendedores como yo han sido capacitados y empoderados en tres comunidades diferentes. El personal del centro nos dijo que el 90% de los jóvenes que tomaron el curso en la iglesia han tenido éxito con sus empresas.
¡Me convertí en microempresaria!
Finalmente, después de terminar el taller de emprendimiento en la iglesia, me sentí lista para iniciar mi propio negocio, ¡pero no solo uno!
Actualmente tengo mi estudio de maquillaje y diseño de uñas, donde maquillo a muchas mujeres, y me encanta hacerlas sentir hermosas. También comencé a vender ropa de mujer en línea. Al principio tenía 30 pedidos mensuales, y gracias a la ayuda de Dios y de la iglesia, ahora tengo más de 100 clientes que me piden ropa y se las entrego en sus hogares.
Mis días se han vuelto más ocupados. Por la mañana tengo clases de belleza, luego voy a la iglesia donde también enseño todo lo que he aprendido a un nuevo grupo de emprendedoras. Posteriormente, realizo las entregas de los pedidos de ropa, y también maquillo y pinto las uñas. Por la noche voy a la universidad para continuar mis estudios de Economía.
He sido empoderada por la iglesia. Ahora quiero dar por gracia lo que por gracia recibí a muchos jóvenes que buscan un futuro mejor. Con la bendición de Dios, pueden tener éxito y acabar con el ciclo de pobreza en sus hogares.
Dios ha sido fiel y bueno conmigo. Me ha bendecido en gran manera, pues ha puesto a las personas adecuadas en mi camino para enseñarme todo lo que necesito saber para hacer realidad mis sueños de la infancia.
Ahora lo sé con certeza y les digo a los demás: los sueños pueden hacerse realidad.
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